Normalmente
el cuerpo regula su contenido en agua equilibrando la ingesta de líquidos (a través de la
sed) y su eliminación (mediante la producción de
orina). Cuando la cantidad de agua en sangre es baja, por ejemplo tras un exceso de sudoración o por pérdida de sangre debido a una hemorragia, el centro de la sed se estimula. Y hasta que el equilibrio se restablece, unas células llamadas
osmosensoriales ordenan la
liberación por el hipotálamo de vasopresina, una hormona antidiurética que da orden al cuerpo de retener todo el líquido posible.
Investigadores del Centro de Salud de la Universidad McGill en Quebec
(Canadá) han comprobado que, durante el sueño nocturno, nuestro
reloj interno, situado en una estructura del cerebro conocida como núcleo supraquiasmático, induce un
aumento considerable los niveles de vasopresina.
Esto hace que retengamos suficiente agua e impide que nos deshidratemos
en el tiempo de descanso sin necesidad de beber, según revelaban en un
artículo publicado en la revista
Nature.
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